La transformación: de la producción y tráfico, al modelo del narcomenudeo
Los últimos días de la guerra del Cártel de Sinaloa contra los Beltrán Leyva y aliados corrían en 2010 y en los caños de la delincuencia organizada surgía una transformación en el negocio ilícito de las drogas.
Entre 2010 y 2011, las organizaciones criminales advirtieron que en la calle había mayores ganancias. Menguados por la guerra y por los operativos federales, los narcotraficantes dieron los primeros pasos para agregar el consumo a su modelo de negocio de producción y tráfico que por décadas privó.
Para el caso de Sinaloa, las detenciones por narcomenudeo aumentaron 4 veces más en sólo 2 años, al pasar de 388 detenidos en 2012, cuando se facultó a los estados a combatir este delito, a mil 647 en 2014.
Aunque después la cifra de detenidos por ese delito se fue en caída libre al descender en un 71 por ciento en 2016.
“Ahora las cosas han cambiado”, dice Daniel, “pero antes ni el gobierno nos tentaba. Trabajábamos más a gusto”.
Noroeste entrevistó a cuatro fuentes del sector gubernamental especializadas en seguridad pública y también a vendedores de calle. Todos pidieron cuidar su identidad por considerarse en riesgo. Esto fue lo que explicaron.
“(El narcomenudeo) también cambió hace algunos años. El distribuidor de droga, el narcomenudista, el que vendía abajo, en las casitas, él compraba y él vendía, él obtenía una ganancia de esa venta”, explica uno de los especialistas en seguridad pública.
“Desde 2010, 2011, aproximadamente, el que vende en las casitas, el distribuidor directo, pasó a ser empleado, él ya obtiene un ingreso directo como un sueldo de la venta. Me vendes 40 mil pesos y te voy a dar 3 mil, te voy a dar mil 500, o te pongo un sueldo por semana de lo que me vendías, pero tienes que estarme vendiendo”.
El modelo de negocio tradicional respetaba las ganancias del vendedor al menudeo. Por ejemplo, podía comprar un kilo de mariguana al proveedor y quedarse con la utilidad de la venta de las dosis en que las que dividiera el “ladrillo”.
“Pero qué pasa”, describe otro especialista, “se dan cuenta de ese detalle, de que yo te estoy vendiendo a mil pesos el kilo y tú le sacas 7 mil, entonces les estaba yendo muy bien.
“¿Entonces qué hacen hoy? De 2010, de 2011, les ponen un sueldo y (les ordenan) ‘me vas a vender, vas a trabajar para mí, pero por un sueldo’. Ese es uno de los cambios que se dieron.
-Observaron que en la calle había más ganancia que estaban perdiendo…
Así es. Es mucho dinero que se mueve a ese nivel.
Hay otros, como Daniel, que aún pueden vender droga en la calle y quedarse con un porcentaje de la venta. A ellos se les permite por su productividad, es decir, por su alta eficiencia para generar ingresos.
“No te dejan ganar mucho, pero ganas”, explica Daniel. “El caso es que te den opción para que tú, si quieres jalar más, te sigas abriendo. Te dan protección y te mueves libremente”.
Pero su virtud es su condena, porque en algunos casos lo hacen bajo amenaza y presión. Son activos para la industria de la droga, por eso ya no les permiten salir.
Como fue el caso de Daniel, quien quiso dejarlo, pero lo obligaron a volver a base de presión.
“Me llegaron a la llaga y ya me tuve que doblar para poder seguir con ellos y empecé a vender (otra vez)”, lamenta.